2oo9 - Detalle (6).

"Si me ocultas tu sombra, me esconderé.
Si me olvidas en el camino, huiré."

Parásitos.

Author: Noúmeno /

Michelle dudaba que Chris fuese capaz de detener la expansión del VX:022 antes de que afectara a todo el sistema de LOGIA. Sin embargo, era capaz de discernir cuando la situación estaba en contra de ella y sus aliados.

- ¿Te vas a retirar tan pronto? - Dijo, altanera, Moebaa. - Supuse que serías capaz de usarme en condiciones. - La Nanoploide sonríe irónica ante la policia. Y aunque ella también sabía del peligro que suponía el hecho de que el virus de la infección se propagase en las instalaciones virtuales.

- No te puedes hacer la idea del tremendo odio que siento por ti. - La Nanoploide se rió ante el comentario de la rubia policia, aunque apenas tuvo tiempo de deleitarse de su rostro cruzado por la presión, puesto que la cogió rápidamente de la muñeca para llevarla en contra del camino de huída.

Puso conexión con el Mechamédico a través del cicuito de conexión privado. - ¡Lothar! ¡Lothar, contesta! ¡La VX tiene rei..! ¿¡Lothar!? - Chris no contestaba. En su defecto, el ruidode fondo de una conexión donde fallaba el receptor se escuchaba. - Mierda... - Michelle miró a Moebaa, amenazante, mientras corrían.

- ¡No me mires! Yo no hice nada de eso. Creo... -


Los corredores se hacían más estrechos con la caminata de ambas a alta velocidad. Pero esta vez el camino no las perdió, sino que llegaron directamente al Núcleo de Génesis de LOGIA. Pero algo había cambiado.

Moebaa sonrió lascivamente. Una sonrisa que derivó en una risa demoníaca.

El VX había petrificado el Núcleo. Las paredes del centro de Alimentación se caían por su propia acción de Absorción de la materia LOGIA. Servirse de un proceso vital, para convertirse en algo mortal. Esa era la verdadera inteligencia de destrucción de Parásita...

- ¿¡LOTHAR!? ¡¿Dónde diablos estás!? - En cambio, Michelle estaba preparada para volver a invertir las reglas de la Muerte.

Te recuerdo en mis lágrimas.

Author: Noúmeno /




¿Cómo podrías conocer mis lágrimas mejor que nadie? ¿Por qué no me detienes? ¿Cuánto ha de pasar hasta que, finalmente, mis ojos olviden como hacerlo? ¿Por qué no me ayudas? ¿Por qué he de llorar siempre...?

Tanto te he odiado, que me he arrepentido de no poder hacerlo con naturalidad. Tanto te he querido, que he odiado reconocerlo. Es mi anhelo, es que desaparezcas de mis sueños. Es mi deseo, que tu reflejo se invierta en mis lágrimas. Porque aún te veo ahí, entre mis ojos y la realidad.

Una sombra hecha del agua de mi vida. Mis lágrimas, que desaparezcan.

¿Cómo podría borrarlas de mi faz? ¿Cuándo dejarán de brotar? ¿Por qué huyen de mis pensamientos para reposar en el sucio suelo de mi habitación? ¿Qué es lo que debo hacer para olvidarlas...?

No quiero reconocer que ellas se llevan lo mejor de ti, de mi.

Lágrimas.

Amatista.

Author: Noúmeno /



Pensaste que sus ojos eran únicos.

Creíste que no había nada más detrás de ellos.

Dudabas la vericidad de tal deseo.

Jugaste con tus propios pensamientos.

Soñaste con la oportunidad y el momento.

Velabas por sus simples anhelos.

Dormías, y rezabas.

Necesitabas un momento más.


Pensaste que sus ojos eran únicos.

Y sin embargo, aún no te convencías.

Fantasmas de mi propia fantasia.

Author: Noúmeno /

Para Lola era más fácil pensar en lo antiguo y remoto, sabiendo que cuanto más se alejase del presente, más lejos de la razón estaría. Y era en aquellos mundos míticos y de leyenda en los cuales basaba su actividasd diaria. Tal vez ese era uno de los aspectos que más me sorprendían de su indiferencia ante la poca originalidad del presente.

El día de la reunión se amaneció con una frase épica. "Hoy lo haremos, Dani." Lo cual, además de ser una revelación perturbadora para mi joven mente (sobretodo después de haber dormido en los mismos 8 metros cuadrados durante 3 días), no hizo más que encender todas las alarmas con las que contaba. Sabía que no debía hacer caso a la interpretación directa de la frase. E hice bien.

Bajamos al desayuno minutos después, tras un día más en el que veía la poca vergüenza con la que contaba cuando se trataba de mí. Fue allí donde toda idea originida por mis hormonas fue destrozada por la crudeza de su fantasía. "Bien, éste es el plan. La demente Matarratas debe de tener secuestrado a Pringaillo. Y como es probable que sepa que nosotros sabemos que ella sabe que sabemos lo que sabemos," hubo un instante de pérdida por mi parte. Enarqué una ceja e intenté eliminar el registro de esa última frase. "lo mejor que se me ocurre es ... ¡buscar en el sitio que solo ella sabe sin saber que nosotros sabemos que ella no lo sabe! ¿Entiendes?"

Si hubiera mentido, tal vez hubiera muerto. "¡Bien! ¡Nos equiparemos como es necesario! Quien sabe la de cosas que tendrá guardada en esa mazmorra tras su laboratorio de experimentos..."

Nunca el almacén del colegio me pareció un sitio tan atractivo.

Nos sobra tiempo.

Author: Noúmeno /


La niña seguía riendo después de media hora (tal vez exagero). Era curioso ver a aquel viejo haciendo arrumacos a un niño que aún no había aprendido ni a andar. Pero más curioso era ver como ambos se divertían casi de la misma manera. Tal vez había algo gracioso en las arrugas faciales del abuelo de Damián, y que a la vez, dicho aspecto humorístico se reflejase en la tierna cara de su hermana de 9 meses.


Sin embargo, por más que me interesase en descubrir esa misteriosa chispa que encendían ambas risas, no lograba dar con nada. Me parecía un tanto... Bueno, solo diré que era un sinsentido. Esos rostros no me hacían reir, y la risa de la niña parecían los gritos de Medusa, de tal modo que tras varios minutos de risas atronadoras, mis oídos tendrían las mismas dioptrías que mis ojos. (Que son bastantes... En el caso de que la sordera se pueda medir como la miopía.). ¡Pobre tímpanos!

Aún así, no había nada más interesante en lo que entretener mi vista en el salón. Ni siquiera había algo verdaderamente llamativo en la televisión. Tampoco tenía nada para llevarme a la boca y mucho menos mi I-Pod o mi Nintendo DS. Nunca la espera se me hizo tan larga. No hacía más que repasar el último mensaje que me había dejado Beatriz en el móvil. “¡De acuerdo! ¡Estaré allí!” Y creo que comparto la misma sensación de Damián al pensar que la demora podría estar justificada al no indicar ningún momento exacto para quedar.


Y la niña seguía gritando sus risas. Definitivamente, ahora entiendo porqué la mayoría de los abuelos se llevan tan bien con los bebés: ¡Están sordos!